Spam, publicidad y otras experiencias de uso

Spam, publicidad y otras experiencias de uso

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By Enrique Dans

Cada vez que me asomo al ordenador de algunas personas y veo la experiencia de uso que tienen con herramientas como el correo electrónico o el navegador, me siento como echando una mirada por un agujero temporal de algún tipo, y evoco los tiempos en los que utilizar internet era una pesadilla de spam, publicidad intrusiva, pop-ups y timos de todo tipo.

¿Realmente esas personas que viven con una experiencia de uso como esa creen que algo así es inevitable, que no existen herramientas para mejorarla? Supongo que publicar esto en una página como la mía, en la que probablemente la mayor parte de los lectores tienen una cultura de uso de la red superior a la media, es relativamente inútil, pero… ¿les ocurre a mis lectores lo mismo que a mí, que cuando se asoman a otros ordenadores – de familiares, amigos, etc.. – se encuentran ante una especie de pesadilla de usabilidad?

Me explico: hace ya muchos años que consideré que el spam en el correo electrónico o incluso en mi página había dejado de ser un problema. Los avances en el filtrado anti-spam de Gmail en el correo electrónico y de Akismet en la gestión de mi página han logrado que el spam sea algo que prácticamente no veo nunca: todo el spam, los timos, el phishing, las ofertas milagrosas, los ingresos en mi cuenta de millones en bitcoin, las herencias de familiares perdidos y muchas cosas similares se van directos a su carpeta correspondiente, donde los reviso en pocos segundos de un solo vistazo en diagonal. En muy escasas ocasiones veo algún correo legítimo que no debería haber ido a esa carpeta, y de manera absolutamente ocasional, alguno de esos correos escapa al filtro y aparece en mi bandeja de entrada, en la que con un solo clic, lo despacho enviándolo a la bandeja de spam. Simplemente, el spam es, para mí, un problema del pasado, un recuerdo de otra época.

Por supuesto, mantener mi bandeja de entrada limpia conlleva trabajo: no me suscribo jamás a newsletters ni permito que prácticamente ninguna empresa me envíe publicidad, y si lo hacen, elimino la suscripción rápidamente. Mi bandeja de entrada es para lo que es, y las poquísimas suscripciones que decido gestionar en ella están ahí por buenas razones. Sin embargo, cuando me asomo a la bandeja de entrada de mucha gente, me encuentro muchísimas ofertas comerciales y spam variado, y francamente, no me explico por qué razón, pudiendo tener una experiencia de correo electrónico buena, deciden gestionar todos los días semejante cantidad de basura, o peor, no gestionarla y dejar que se acumule, como quien gestiona un vertedero.

Es lo mismo me ocurre con las llamadas comerciales. Hace años decidí inscribir mis teléfonos y correos electrónicos en la lista Robinson, y las llamadas comerciales prácticamente desaparecieron. Cuando muy de vez en cuando aparece alguna, simplemente digo la palabra mágica, «lista Robinson», y cuelgan sin más. ¿Por qué hay personas que aparentemente no paran de recibir ese tipo de odiosas llamadas?

¿Publicidad? La publicidad en internet es, a día de hoy, un modelo fallido, y colaborar con ese modelo es, desde mi punto de vista, un error. Si muchos usuarios bloqueasen la publicidad en internet, las compañías que recurren a ella se darían cuenta de que es necesario cambiar su odioso funcionamiento. En el navegador que uso para trabajar no quiero perder el tiempo. Por tanto, utilizo la combinación del navegador Brave, el mejor desde el punto de vista de protección de la privacidad, y el plugin Ghostery, y simplemente, no veo publicidad. Ninguna. Ni segmentada, ni sin segmentar. En el smartphone aún no he conseguido librarme del todo de algunas molestias, pero también es bastante mejor de lo que veo en otras personas.

Es por ello que no me explico cómo alguien puede querer tener una experiencia de navegación con interrupciones, desplegables, vídeos preactivados, intersticiales o todo ese tipo de cuestiones que, para mí, evocan otros tiempos. Hablamos de herramientas para nada nuevas, que llevan tiempo en el mercado y están razonablemente probadas, y que como contrapartida, únicamente ofrecen, muy ocasionalmente, alguna molestia en algunas páginas si eres muy agresivo bloqueando las cookies.

Obviamente, tengo otros navegadores instalados para cuando algo falla o no se muestra bien, pero ese es todo el problema. A todos los efectos, disfruto de un correo electrónico limpio y de una navegación sin publicidad, y ha sido así desde hace bastantes años. De ahí mi extrañeza cuando compruebo, asomándome a otros ordenadores, que hay usuarios que siguen en lo que, para mí, era la internet de principios de este siglo, en la que no sabíamos cómo librarnos de toda aquella basura. O cuando lo cuento en mis clases y me encuentro con que la mayoría de mis alumnos no conocían ese tipo de herramientas. A día de hoy, tal y como yo lo entiendo, lo único que tiene sentido que un usuario haga es tomar su experiencia de navegación y comunicación en sus propias manos, y atar en corto a quienes pretendan estropeársela.

¿Es así vuestra experiencia de usuario? ¿Es o no lo que debería ser normal en nuestros tiempos? ¿No os sorprende, como a mí, cuando os asomáis a ordenadores de otras personas y veis ese tipo de experiencia? ¿O soy un exagerado y un rarito?

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