Olas de calor y futuro imperfecto

Olas de calor y futuro imperfecto

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By Enrique Dans

Recurro al conocido gráfico de barras de #ShowYourStripes creado por el climatólogo Ed Hawkins en la Universidad de Reading para ilustrar, en un día de ola de calor como hoy en España, el brutal incremento de la temperatura media a nivel mundial a lo largo de los últimos 170 años, resultado claro e inequívoco del desarrollo de una economía basada en el uso y abuso de los combustibles fósiles.

El gráfico no puede ser más evidente: si quieres ver cómo de rápido se está produciendo la emergencia climática, no tienes más que mirar al día de hoy, o cada vez más, a cada día que pasa.

Mientras algunos simplemente miran los termómetros y piensan que es normal que haga calor en verano, otros se plantean que, en realidad, el verano boreal no comienza hasta el 21 de junio, y que estas temperaturas son un problema cada vez más importante y significativo. Estamos hablando exactamente de eso, de una emergencia climática derivada de algo tan sencillo como no hacer nada para evitarla.

El caso de España, un país desarrollado cuyos habitantes pueden refugiarse en interiores o disponer, en muchos casos, de aire acondicionado, no es en absoluto comparable con el de países como India, en donde la emergencia climática ha multiplicado por un factor de treinta la probabilidad de una ola de calor, y que simplemente no está preparado para combinaciones de humedad y temperatura que lleven a superar una temperatura de bulbo húmedo de 35ºC, límite de la supervivencia humana.

Cuando se envuelve el bulbo de un termómetro en un paño húmedo, su lectura varía debido a la evaporación del agua: cuanto más seco y menos húmedo esté el aire, más rápido se evaporará el agua, y menor será la temperatura del termómetro en relación con la temperatura del aire. Pero el agua solo puede evaporarse si el aire que la rodea puede absorber más agua, lo que depende de su nivel de humedad, de ahí que a partir de una combinación de humedad y temperatura elevadas, no sea posible el enfriamiento mediante sudoración, y el resultado en caso de exposición prolongada pueda ser fatal.

¿Podemos seguir llamando a esas olas de calor «temperaturas extremas» cuando se están ya volviendo desgraciadamente habituales? Dentro de poco, las olas de calor pasarán a tener nombres y un sistema de categorías como los huracanes, con el fin de concienciar a la población sobre su importancia y su potencial destructivo. Según en qué parte del mundo vivas, ese potencial te tocará de manera más tangencial o más directa, porque como prácticamente siempre, hablamos de un problema fuertemente afectado por la desigualdad: mientras en unos países simplemente te refugias en tu casa y pones el aire acondicionado, en otros no tienes ni donde refugiarte y estás muy lejos de la posibilidad de poder conseguir uno de esos aparatos, cuyo valor excede lo que podrías llegar a pensar en ganar en varios años.

Mientras tanto, seguimos igual: ¿se encarecen los combustibles fósiles? No pasa nada, los subvencionamos y seguimos con nuestros mismos patrones de consumo, pensando que ya prohibiremos los vehículos de combustión interna en 2035 – su venta, no su circulación – y que aún tenemos tiempo, décadas, para reaccionar.

No, no queda tiempo. La emergencia climática no espera por nadie, y en cualquier momento nos encontraremos con miles o decenas de miles de muertos derivados de una ola de calor. Hay que reaccionar ya.

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