Cómo Manipular Mentes: Hazlo Difícil

Cómo Manipular Mentes: Hazlo Difícil

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By Iván Díaz


Hazlo fácil.

Esa es quizás una de las máximas más repetidas en esta profesión. Las cosas sencillas, fáciles de entender son más efectivas.

Vivimos en un mundo de impactos, casi unos 3.000 diarios y creemos que nuestros cerebros no prestan atención al entorno, no se toman la molestia de prestarles mucha atención y que hay que simplificar el entendimiento de lo que proyectamos.

Pero no es cierto. Y nos vamos a explicar.

Es cierto que el ser humano funciona bajo la ley del mínimo esfuerzo, es una forma de supervivencia que nos acompaña desde nuestra aparición en la tierra. Somos seres pragmáticos por naturaleza e intentamos, siempre que podemos, destinar los mínimos recursos para obtener el máximo rendimiento.

En este contexto, la simplicidad, la sencillez, la practicidad es una palanca que nos ayuda a sobrellevar nuestras vidas.

Pero también es cierto que estamos programados para superar retos. Somos seres intelectuales, con motivaciones intrínsecas que determinan nuestra ambición por demostrarnos a nosotros mismos que podemos hacerlo.

Ponle un puzzle a un adulto, un juego intelectual, o una adivinanza y verás qué ocurre. Lo intentará varias veces, y a mayor complicación del ejercicio más tiempo dedicará a resolverlo. (esto lo dicen los chicos de Harvard).

En definitiva, hay una parte de nosotros que intenta resolver problemas casi de forma inconsciente.

¿Y qué pasa con la sencillez?

Estamos programados para detectar las diferencias y alteraciones de nuestro entorno. Y cuando nos enfrentamos a 3.000 mensajes igual de ‘fáciles de entender’, nuestro cerebro los calibra a todos por igual y al final no acaba destacando ninguno.

El comprender esos mensajes no supone esfuerzo alguno, y cuando no existe el esfuerzo no se crea atención, y si no hay atención no hay retención.

L0 m3j0r 4 v3c3s n0 3s s3r s3nc1ll0.

En un pequeño experimento, se dieron a leer diferentes frases más o menos complejas tipo:

Undiadesolnoesundiadelluvia.
El banco tiene patas.
3st0 s1 qu3 m0l4.
El cielo es azul.

Después de una serie de ejercicios, más del 90% de los participantes recordaban en primer lugar cualquiera de las frases difíciles de entender.

¿Por Qué?
Muy sencillo. Las frases eran un reto para nuestro cerebro que quería resolver. En esta acción se produce una mayor concentración y esfuerzo, que acaba activando otras partes de nuestra memoria y se retiene de forma más poderosa, por si se repite la situación tener una respuesta más rápida al entorno.

Es pura supervivencia. Esto sólo sucede cuando el mensaje complejo capta nuestra atención, y existe un interés activo en querer entenderlo.

No sucede con las complejas cláusulas de un contrato. Primero porque el lenguaje aunque complicado no es un reto intelectual profundo, y segundo que no nos suelen interesar las cláusulas de un contrato.

Pero en un entorno de comunicación en el que la normalidad es la sencillez y la diferencia es lo complejo, estos mensajes tienen el poder de destacar por encima del ruido, captar nuestra atención, proponer un reto y capturar nuestra memoria.

Al final, cuando el mundo hace Zig, tu… Zag.

Hoy decir que un tagline tiene que ser corto y sencillo, o un nombre fácil de entender, es como decir que queremos que caiga en el olvido.

‘#porquelavidaasímolamás’ es posiblemente un mejor tagline, en nuestros tiempos, que ‘sonrie’.

Este aprendizaje tiene su demostración en el fenómeno Hasthag, que consiste en la creación de frases difíciles de leer por falta de espacio, lo que genera una atención extra de nuestro cerebro y por lo tanto mayor interés.

Lo mismo sucede con la tendencia de los nombres frase ‘El Armario de la Tele’, ‘El Banco de Uno’, ‘Adopta a un tio’, ‘Que cocine Rita’… nombres más complejos, más eficientes porque escapan del ruido.

Ahora bien, no nos volvamos locos, sea el mensaje sencillo o complejo, si el significado no es relevante para nosotros, no valdrá de nada.

El Qué decimos es simplemente el 20% de lo que entendemos, el Cómo lo decimos construye el otro 80%.

En fin, quienseatreveaprobarlo.

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