Acabar con la contaminación por plásticos
By Enrique Dans
Naciones Unidas está barajando un acuerdo a nivel mundial que pretendería poner fin a la contaminación por plástico en el año 2030. Un problema evidente pero de muy difícil solución, que no puede partir de la eliminación total de la fabricación de plásticos, pero que sí trataría de proponer sustitutos adecuados para las funciones que los plásticos, sin duda una tecnología que ha dado forma a la sociedad que conocemos, además de abandonar completamente la idea de que los plásticos pueden tirarse a la basura. Que un problema como el que generan los plásticos alcance finalmente la consideración de emergencia mundial es, decididamente, una buena noticia.
Los plásticos de un solo uso son un problema importantísimo que está vinculado con un estilo de vida insostenible y que no parece adecuado dejar simplemente en manos de los consumidores y de su capacidad de elección. Las iniciativas de determinados países como China para la prohibición de las bolsas y accesorios de plástico de un solo uso han resultado, generalmente, en una reducción de la presencia de ese tipo de plásticos en el ecosistema, pero que se ven rápidamente sustituidos por otros tipos. En la práctica, mientras una industria de más de 500,000 millones de dólares siga generando 400 millones de toneladas de polución en forma de plásticos cada año, poco se puede hacer. En este momento, hasta el 4.5% de las emisiones de gases con efecto invernadero provienen de la fabricación de plásticos.
Si contamos además que las iniciativas destinadas al reciclaje del plástico son básicamente un mal chiste que ni funciona, ni llegará a funcionar jamás, y que durante décadas, lo único que hicieron los países industrializados fue enviar su basura y sus plásticos a países más pobres, la realidad es que los millones de toneladas de plástico que vemos flotando en el mar son tan solo la punta de un iceberg, en torno al 1% del plástico que realmente se encuentra en el ecosistema terrestre.
Las soluciones son necesariamente multifactoriales. Encontrar productos sustitutivos que permitan, por ejemplo, envasar una cierta cantidad de líquido para que pueda ser disfrutada por una persona cuando se encuentra en cualquier sitio de manera que ese envase pueda ser correctamente cerrado y abierto fácilmente varias veces, puede representar un problema, pero también lo es el, por ejemplo, plantear muchas unidades médicas sin recurrir a plásticos de un solo uso. La sustitución por el vidrio plantea también problemas: en la práctica, llevamos años trabajando con la hipótesis de la infinita reciclabilidad del vidrio, pero olvidándonos de meter en la ecuación las ingentes cantidades de energía necesarias para llevarla a cabo.
¿Podemos utilizar bacterias o enzimas para digerir el plástico y obtener componentes reciclables o reutilizables? Posiblemente, pero solo si partimos de una enorme reducción en la cantidad de plásticos producidos. Que las compañías trabajen para proponer alternativas de todo tipo resulta fundamental, pero también lo es el imponer fechas limite creíbles y cercanas, sin mentirnos a nosotros mismos y sin dejar libertad a las compañías que se escudan en la competitividad de sus productos para evitar hacer cambios. Es indispensable una visión holística del ciclo de vida del plástico desde la producción y sus usos, extenuando las posibilidades alternativas, hasta su consumo y la gestión de los residuos resultantes.
Y en ese sentido, una iniciativa como la de Naciones Unidas, con una fecha límite planteada para el año 2030, resulta fundamental, realista y, como mínimo, esperanzadora. Por el bien de todos, esperemos seguir oyendo más cosas sobre este tema.
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