Hogares que van a pilas
By Enrique Dans
La discusión sobre el impacto que los nuevos lanzamientos de Tesla, convertida ya en una empresa de baterías más que en una de automoción, van a tener sobre el mundo en que vivimos está verdaderamente interesante.
Frente al inicial escepticismo de quienes analizan simplemente coste (entre $3000 y $3500) y prestaciones (entre 7 kWh y 10 kWh, en torno a un tercio de las necesidades diarias del hogar medio), pasamos a un análisis más reposado que tiene en cuenta los la evolución futura evidentes paralelismos de la tecnología de los paneles fotovoltaicos y las baterías con la Ley de Moore, y que hablan de un formidable primer paso de una tecnología que se dispone a cambiar el mundo tal y como lo conocemos, o incluso a convertir en obsoleta y sin sentido a la energía nuclear.
En efecto, como comenté con Marimar Jiménez, de Cinco Días, cuando ayer me preguntó sobre el tema – comentarios que hoy aparecen recogidos en “Tesla descubre sus baterías para llevar energía limpia a las casas” (pdf) – el impacto de esta tecnología no puede calcularse tras lo que es simplemente su primera iteración seria como producto comercial a gran escala, sino cuando comencemos a aplicar las economías de escala en fabricación y las mejoras tecnológicas que hagan que mejoren drásticamente su coste y sus prestaciones.
Lo importante del lanzamiento de Tesla es lo que supone de llamada de atención sobre lo que de verdad supone un cambio de época. El avance de la tecnología ha cambiado la ecuación que conocíamos: la generación de energía a partir de fuentes limpias y renovables ya no es más cara que su equivalente a partir de combustibles fósiles. La energía eólica y otras renovables ya son consideradas las más baratas, y más aún si tenemos en cuenta el coste oculto de utilizar la atmósfera como vertedero, una factura enormemente abultada que no es pagada por las compañías eléctricas, sino por todos los ciudadanos.
La constatación clara del análisis económico está ya llevando a ciudades pequeñas a abastecerse 100% de fuentes renovables, a otras no tan pequeñas a instalar aerogeneradores para abastecer algunas de sus necesidades o incluso a situarlos en sus monumentos más representativos, a compañías como Apple, Amazon, Microsoft, Google o la propia Tesla a abastecerse cada vez más de este tipo de energía e integrarse verticalmente en su generación, y a regiones como Escocia o países como Dinamarca a convertirla en su fuente mayoritaria. Costa Rica ha llegado incluso al punto de lograr abastecerse durante 75 días únicamente a partir de energías limpias.
Indudablemente, un cambio de época, que amenaza con llevarse por delante a todos aquellos que pretendan oponerse a él. Una oposición que, en el estado actual de la tecnología, pasa a convertirse en una enorme irresponsabilidad, en algo con lo que ningún gobierno decente que de verdad defienda los intereses de sus ciudadanos va a poder plantearse colaborar. En toda esta enorme transición, las baterías de Tesla son solo un elemento más: del mismo modo que las grandes fábricas de las compañías más punteras se integran verticalmente para generar su propia energía más limpia y más barata (la gran clave surge cuando estos dos elementos se alinean), los tejados de los hogares se disponen a convertirse en la gran batería distribuida que alimentará una gran parte de sus necesidades, generando y almacenando en función de las necesidades de cada momento. Casas alimentadas por energías limpias y que obtienen la estabilidad en el suministro gracias a baterías. Hogares que van a pilas.
Por el momento, mi recomendación es que no dejes de ver la presentación del Powerwall de Tesla, por el propio Elon Musk. Es posible que dentro de no tantos años lo recordemos como uno de esos momentos estelares en los que nos dimos cuenta de que el mundo estaba empezando a cambiar.
Puedes leer el artículo completo en: : Hogares que van a pilas
